El portavoz del PP en la Comisión de Interior del Congreso, Ignacio Cosidó, sentenció que los inmigrantes musulmanes suponen “un riesgo para nuestra democracia” porque en sus costumbres e ideas traen a España un modelo de vida que presenta “incompatibilidades serias”.Todos los inmigrantes traen consigo de sus países unas costumbres y un estilo de vida. Nadie les lava el cerebro al pasar la frontera. El caso de EEUU es el mejor empleo. A lo largo de su historia, ha impulsado su prosperidad gracias a la inmigración de gente de todo el planeta. La primera generación siempre tarda en adaptarse y a veces no lo hace, como esos irreductibles italianos que pasaron en Nueva York la mayor parte de su vida y que prácticamente nunca aprendieron a hablar inglés. Lo mismo se decía de los latinoamericanos a los que algunos movimientos conservadores acusan de poner en peligro la primacía idiomática y cultural del inglés. La realidad es que las generaciones posteriores siempre se terminan integrando y entregando su parte en el progreso del país.
Es imposible que esa integración esté libre de conflictos. La forma de superarlos es obvia. Los inmigrantes no son sospechosos potenciales ni una quinta columna del terror. Están obligados a hacer lo mismo que los nacidos en España: respetar la ley.
Luego está la ignorancia. Cosidó decía saber entonces que en España había exactamente un 5% de musulmanes que apoyan el terrorismo. Eso serían unas 50.000 personas. Como nadie en la calle sabes quiénes son, es una estupenda forma de incriminar a todo un colectivo.
Es un problema para los políticos que creen que la ley en España debería imponer los principios de la moral cristiana. Para ellos, la llegada en alto número de extranjeros con otra religión es un ejemplo de competencia desleal. Dan por hecho que los que llegan de fuera intentarán hacer lo mismo que hacen ellos.
Estaría bien que algún periodista preguntara a Cosidó si sigue considerando a estos inmigrantes una amenaza a la democracia. Yo más bien creo que son sus ideas las que suponen un peligro para los valores de la Constitución.
(visto en Guerra Eterna)
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